Me incorporé al diario venezolano El Nacional entre un estallido social y un golpe de Estado. El periódico, al igual que la calle, hervía de emociones. Los años noventa marcaron el advenimiento de la revolución socialista de Hugo Chávez Frías. Y el periódico fue uno de los escenarios de esa batalla. Las alianzas políticas y económicas que sustentaron 40 años de democracia se recomponían y estar en sus pasillos fue ser testigo de esas escaramuzas. Mucho ha pasado desde
entonces.
Para cualquier pasante o periodista estar en sus pasillos aprendiendo el oficio era más que un sueño.
Fundado en 1943 por Henrique Otero Vizcarrondo y su hijo, el escritor Miguel Otero Silva, El Nacional tuvo como premisa ser el contrapeso del gobierno de turno. Famosos editoriales, caricaturas, reportajes y exclusivas amargaron a presidentes y funcionarios, hasta el punto de tener -en algún momento- a censores en su redacción. La excepción fueron los primeros años de Chávez en el poder, marcados por una efímera luna de miel que se agrió rápidamente luego del golpe de estado de 2002.
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A partir de entonces, y hasta mi salida en 2014, hacer periodismo crítico se nos hizo cuesta arriba. Varios colegas fueron detenidos por fuerzas militares y policiales, mientras que demandas judiciales por difamación se hicieron comunes. La reducción del empresariado nacional, el éxodo de expertos en universidades e instituciones públicas, la persecución a la disidencia política y la autocensura de las fuentes ha sido por igual otro golpe al oficio periodístico.
Luego de 75 años de publicación ininterrumpida, sus editores anunciaron que la de hoy será la última versión impresa. El periódico, el último bastión crítico de gran circulación de Venezuela, admitió que cerraba tras el prolongado e impertérrito acoso del gobierno; tras la asfixia económica, merma publicitaria y éxodo de sus profesionales. Y al igual que más de 20 diarios que ya no pueden importar papel para imprimir, ni sobrellevar la hiperinflación, El Nacional sobrevivirá en una edición en la web.
Anoche su rotativa paró bajo la promesa de que es "Un descanso en el camino", según el editorial de hoy. Allí también se lee este saludo, con el que su directiva reitera su premisa: "Hola Nicolás, nos vemos en la web". Es una referencia al presidente Nicolás Maduro. Una vez más la inquebrantable persistencia de mis compañeros que ahora vivirán en una redacción virtual, librando la misma batalla de casi ocho décadas.
* (en Caracas)